lunes, noviembre 08, 2004

La intrahistoria de un concierto (a petición popular)

En los altavoces: Maga - Agosto Esquimal


Dada la gran cantidad de peticiones (vía imeli, sms, gsm, mms, gti, tdi, fax y correo certificado) que he estado recibiendo durante estos últimos días solicitándome encarecidamente que escriba una crónica sobre este fin de semana, me he visto en la obligatoriedad de acceder a tales cuestaciones con el fin de contentar a mis más acérrimos seguidores (por favor, si alguno de vosotros existe que se ponga con urgencia en contacto conmigo, para enviarle un jamón mallorquín de pata blanca). Así que allá voy.

Hacía ya unos cuantos días que teníamos planeado todo el fin de semana entero: el viernes iríamos al MiniClub, al concierto de La Gran Orquesta Republicana (muy a mi pesar) y el sábado, al concierto de SuperPuta. Pues bien, llegado el día V (el viernes, para los que no vayan bien descifrando códigos secretos) nos ponemos en marcha: de primero, cena en casa de David, y de segundo, el sagrado ritual de cada marcha, osease, botellón. Cuando llegamos al MiniClub aún estaban tocando los teloneros, un grupo heavy de mala muerte y con muy mal gusto a la hora de elegir nombre (full metal jacket), así que decidimos volver al coche a ponernos un par de pelotazos más y abusar un poco de las plantas que cosecha la madre de David (no confundir con la de la canción). Cuando volvimos al Mini ya había empezado el concierto de la Gran Orquesta, pero al darnos cuenta de que nos encontrábamos todavía en estado de excesiva serenidad, nos acercamos a la barra a pedirnos sendos cubatas y, de paso, persuadir a la camarera para que fuera todo lo generosa que su religión le permitiera (a pesar de ser la Iglesia una Institución mal vista desde que EstePaís, antaño conocido como España, se ha vuelto progresista de golpe y porrazo). Y fue en ese preciso momento en el que David y yo fuimos iluminados por la mano del Todopoderoso: nos percatamos de una hermosa y solitaria figura que se encontraba a nuestra izquierda a escasos centímetros de nosotros y que hacía todo lo posible por llamar nuestra atención... la máquina de cerveza. Así que, ni cortos ni perezosos y más anchos que largos, vaciamos el jarrón de las pajitas que había justo enfrente nuestra y nos dedicamos a rellenarlo del líquido elemento cada vez que sentíamos la jubilosa llamada del dios Etilo. Y entretanto intentamos sociabilizarnos con los punkarras de la primera fila del concierto infiltrándonos entre ellos a su imagen y semejanza, empujándonos como enajenados mentales los unos a los otros y los otros a los unos. Sobre lo que ocurrió después del concierto tengo bastantes claroscuros... pero de lo importante me acuerdo, gracias sobretodo a la sesión recordatoria que hicimos al día siguiente Joan, David y mi menda. Que le hicimos el chanchullo al tontín de la puerta del MiniClub, que nos decía que si salíamos y luego queríamos volver a entrar tendríamos que pagar otra consumición (sisisisi). Que repetimos canchullo con las chicas de la puerta del MiniClub pequeño, que también cobraban entrada (que manía irracional que le ha entrado ahora a todo el mundo con querer cobrarnos....). Que fuimos al Eclipse, nos hicimos los simpáticos con el camarero y conseguimos dos copas ByTheFace. Y que David y mi propia persona logramos, sin necesidad de mucha insistencia, aparecer con nuestros nombres escritos en negrita, cursiva, subrayado y doble tamaño en la lista negra de otro pub, el Nudos, por un pequeño incidente sin mayor relevancia (lalalalala). Eso sí, al tiempo que nos invitaban a abandonar el establecimiento de buena gana, nos convidaban a un cubalitro. Y como rechazar una invitación es de maleducados.... Justamente ahora que empezábamos a despojarnos de nuestra inmerecida reputación de bulleros.

Y para colmo de David perdimos una chaqueta y la tapa trasera de un móvil. Siejqueeee. ¿Alguien dijo SuperPuta el sábado? Pues va a ser que no, el resacón no nos lo permitía... mucho esfuerzo hicimos ya yendo al bar a ver cómo ganaba el barça (grrrr).

Y hoy me he llevado una alegría que me va a tener contento el resto de la semana:
(llaman al timbre de mi casa)
-¿Quién es?
-Traigo un certificado para el Sr. Sanz
(mierda mierda mierda, otra multa de tráfico) Pues no, regalito enviado desde Barcelona para el niño bonito :-) Y yo más feliz que una perdiz.

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