martes, febrero 22, 2005

De vuelta de las catacumbas a lo Naranja Mecánica

En los altavoces: The Darkness - I Believe In a Thing Called Love


Después de la orgía de exámenes de febrero y de sufrir la peor gripe de mi dilatada existencia y la consecuente transformación de mi rostro en un herpes gigante.... he vuelto! Oeoeoeoe. Sí, vale, lo sé, a alguna persona no le hará la más míiiiinima gracia mi retorno, peeeeeeero, es lo que hay, que no siempre llueve a gusto de todos.

Aunque la verdad es que ya volví hace unos días, más concretamente el jueves pasado. Lo que pasa es que no dije nada porque más que volver lo que hice fue irme. ¿Adónde? ¿adónde?, os preguntaréis muchos ávidos de conocimientos y sapienza y corroídos por la más fisgona de las curiosidades. Pues adónde va a ser, hijos de Díos... a Barcelona, ciudad condal, que los de Vueling deben estar contentos conmigo. De hecho el piloto ya me saca conversación y todo para pasar el rato, como si de un taxista se tratara, y las azafatas me tienen reservada mi ventanilla favorita con mis revistas guardadas en la guantera, detrás de la bolsa para devolver.

Pues eso, Barcelona... genial, como siempre, y con muy pocas ganas de volver a mi isla. Nada más llegar tenía ya un regalito esperándome. Bueno, dos: ella y un cd bueníiiiiisimo que me hizo muchísima ilusión. Y el sábado, el día grande. Primero me fui con David al Camp Nou a ver el Barcelona-Mallorca. Un putada así de grande, más que porque perdiera el Mallorca, porque soy madridista hasta la médula, vamos, merengón de pura cepa. Pero la verdad es que el resultado era lo de menos... de hecho yo iba mayormente porque David nos había conseguido entradas VIP para ver el partido desde el palco (desde la llotja, que dicen por allí) como los ricachones, con televisión, nevera, asientos de primera y camareros que nos traían canapés. Un lujo. Y después del partido... tatacháaaaaannnn Fiesta de Disfraces! Vale, ya sé que el carnaval fue hace tiempo, pero es lo que tiene ser estudiantes, que podemos adaptamos el calendario a nuestras necesidades. Y la fiesta fue un éxito! se presentaron las catalanas sevillanas (un dato interesante, teniendo en cuenta que eran las anfitrionas), la Jessy (pluriempleada de enfermera y de mujer de la limpieza del Día %) un cazafantasmas, la mujer medusa, un baloncestista blanco pero afro, la mujer araña, dos capitanas pescanova, dos convictas fugadas y dos personajes de La Naranja Mecánica (osea, el menda y el david lerenda). Por supuesto podéis imaginaros quién ganó el concurso de disfraces.... Exacto! la Naranja Mecánica, por vox populi, pero sin referéndum ni inventos chinos, a la antigua usanza y con votaciones al uso y muy a pesar de la sevillana que contaba los votos, que nos quería robar el voto decisorio. Y después del reparto de premios y viendo que más de una estaba golosona y había voluntarios de sobra para repartir mazapanes, decidimos desfogarnos haciendo de tiramillas por Barcelona y yendo de excursión hasta la discoteca Apolo. Y hasta aquí se me permite contar... lo que hiciese luego cada uno con su cama, o en su defecto con camas ajenas, queda para el recuerdo íntimo de cada cual y de Pascual.

Y el lunes, mientras dábamos el paseo más largo de la historia, que ya quisiera el Willy Fog ese, nos cruzamos en la Rambla con la única, la original, la genuina (uf, estoy empezando a coger complejo de José Luis Moreno uh-uh-uhhh) Carmen de Mairena! Justamente en el único momento que no llevaba la cámara encima, cachilamar.




Y luego también está lo del referéndum de eso que llaman constitución europea... que parece ser que la pantomima de ser los primeros ha sido un fracaso. Si es que las prisas nunca han sido buenas, y en política mucho menos, o eso dicen los que entienden de estas cosas (de política, no de prisas). Pues resulta que 7 de cada 10 españoles no fueron a votar el domingo, osea que la tal constitución se la pelaba. Y yo me pregunto, ¿qué hubiera pasado si ese 70% de los españoles, en vez de quedarse en casa viendo la tele, se hubieran acercado a su colegio electoral? Que otro gallo cantaría y ZaPe no estaría tan contento.

Y colorín colorado, con la música a otro lado.
Adeu Andreu.

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