jueves, agosto 18, 2005

Cumpleaños feliz... y SANGRIENTO

En los altavoces: Flow - La Vuelta de Marsuff


Muuuy sangriento, un cumpleaños al estilo Holocausto Canibal, con sangre por doquier. Y eso que era el cumpleaños de una niña que celebraba su décimo aniversario, que si llega a ser el de un adulto, montamos La Matanza de Texas, mínimo.

Vale sí, mi capacidad de exageración destaca por si sola, pero es que la experiencia vivida ayer por mi persona merecía por lo menos un post pelín exagerao. O al menos la entrada del post.

Ahora voy a contar como buenamente pueda lo ocurrido, intentando no deformar la realidad de los hechos acontecidos en la tarde-noche del día de ayer:

Hará cosa de una semana Wendy y su novio (usease, hasta la fecha el menda lerenda) fuimos invitados mediante una bonita a la par que bien elaborada tarjeta de invitación casera (home-maid invitation card) a la fiesta de cumpleaños de Angela (pero dicho en mallorquín, Anyela), la hermana pequeña de Cristina. Y la celebración era ayer. Hasta aquí todo correcto, sin sobresaltos.

Ahora empiezan los sobresaltos...

Sobre las ocho, regalo en mano, llegamos a casa de la inocente y cándida Angela cual Jinetes del Apocalipsis, sembrando a nuestro paso el caos, el horror y la destrucción. Y en menos de tres minutos nos cobramos nuestra primera víctima. Para estos menesteres semos rápidos.

Un pobre chiquillo, jugando, casi se amputa la pierna a la altura del antebrazo al tropezar y caer encima de un jarrón de vidrio. Cosas de críos. Yo a sus edades me ocupaba en otros divertimentos más sanos. En fin, pequeñas diferencias generacionales, supongo.

Y claro, lo que suele pasar en estas situaciones, que la fiesta se convirtió en un absoluto caos. La víctima chillando y cubriéndose la cara con una mano ensangrentada, el resto de niños acojonaos perdidos y flipando de lo que acababan de ver, y los adultos histéricos a más no poder y todos gritando y corriendo de un lado al otro. Menos mal que yo mantuve la calma... y pude seguir comiendo ganchitos, menos mal.

Luego está lo del aprensivo. Un señor que mandaba callar a su esposa todo el tiempo diciéndole que ya estaba bien de repetir todo el rato "que si había sangre por aquí y por allá, que si al niño se le veían las venas, que si tenía el cristal clavado...". Que se callara ya, que había personas aprensivas. Y repitió lo de personas aprensivas como unas 327 veces. personas aprensivas personas aprensivas personas aprensivas personas aprensivas personas aprensivas

El pequeño Tomeu sí que molaba, que al verse vulnerable sin la protección parental (que sus padres habían llevado al herido convertido en el niño-toalla al hospital) no se le ocurrió otra cosa que pasar el rato vomitando por todo el patio de la casa. El crío tenía un don natural, merecía la pena verlo. Se concentraba un poco, sollozaba otro tanto, y ale, vomitera va vomitera viene. El ídolo local de las bulímicas. Y su hermanita pequeña de unos tres años apoyándole en todo momento, que con cada arcada de su hermano lloraba un poquito. Una familia unida jamás será vencida.

Caos y horror, caos y horror. Los Jinetes del Apocalipsis estaban haciendo bien su trabajo.

Y después de todo el alboroto y de llevar a la accidentada criatura al hospital, la fiesta prosiguió su desarrollo por los cauces de la normalidad, con dancing-show de la cumpleañera y su compañera de fatigas incluído, como cabía esperar (que por lo que tengo entendido, nada puede hacer cesar a las supernenas en su empeño de montar el show bailarín).



por atrás y con camiseta color rojo (rojo sangre), el niño de la amputación


Y colorín colorado, un cumpleaños celebrado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tio soy fan tuyo. La historia "gore" del cumpleaños es totalllll. Me he reido como nadie, aun que suene cruel , así ha sido.
Un anónimo ha hablado...

Sergio dijo...

Me alegra sobremanera haber contribuído a tu gore-regocijo :-)
Sé bienvenido por estas lares. Un saludo,

Renko