lunes, noviembre 28, 2005

Todo el mundo quiere ser una estrella de rock

En los altavoces: Sidonie - Jardín Polar


Soy un desgracy. Eso me pasa por merengue, pero merengón merengón. Osea madridista a muerte, de los que dicen que lo son 'hasta la médula' (aunque Daniki diga que me estoy volviendo catalán).

Soy un desgracy.

Menos mal que los fines de semana no son sólo fútbol y existen otras cosas que nos amenan la existencia y nos hacen olvidarnos de lo cruenta que puede llegar a ser a veces la vida. Como cuando el Madrid pierde por cero tres contra el Barça. Máxime cuando por coincidencias de la vida le pilla a un servidor (merengue hasta la médula) en Barcelona, ciudad condal, y tiene que sufrir ver el partido con su churri y sus dos mejores amigos, rabiosamente culés, en un bar. Menos mal que por lo menos no se trataba de un bar rabiosamente barcelonés, sino de una especie de taberna inglesa, y por consiguiente a rebosar de guiris, y pensada a lo grande, osea con tres salones gigantes con pantallas tamaño cine para ver el derby. El puto derby. Pero aún así los únicos madridistas (que no madrilistas, como dice alguno) eramos yo y un negro de metro noventa. Puto derby.

Menos mal que los fines de semana no son sólo fútbol y algunas cosas se olvidan cuando suena el Somebody Told Me de The Killers en el pub de turno, o cuando te intentas emborrachar con un par de whiskys de garrafón, o cuando Deivit y Joanet te acribillan a chistes sobre gangosos empujados por la absenta, o cuando compartes minicolchón con la persona que copa el noventa por cien de tus pensamientos. Qué sería de mi sin esos momentos...

Algo de eso (o todo eso) debió ocurrir hace dos findes porque se me pasó enseguida el mal trago del Bernabéu. Lo malo fue la vuelta a Palma y, especialmente, la vuelta a la vida laboral. ¿Es realmente necesario que haya tantos barcelonistas en mi trabajo? Y encima me quedé sin porra (4-1... maldito optimista). Menos mal que sólo fueron cinco días, hasta el viernes, y se aguanta fácil.

Hablando del viernes, pedazo de cena nos metimos Irene, Cristi, Pauli, Neus y el menda. Pero joder, cómo pica la comida mejicana. Y el sábado, por fin, concierto de Dorian en el Cultura Club, en la fiesta presentación del Indirama. Musicalmente cojonudos. Mencantan mencantan mencantan Dorian. "Te echamos de menos" me pone la piel de gallina. Y hubiera sido genial si Marc, voz y guitarra, no hubiera salido asustado al escenario, que parecía un poco acojonao, el pobre. Se hubiera agradecido que se hubiese metido un par de whiskys antes de salir. Y además le hubiera ayudado a la hora de intentar bailar, que nos demostró que no es su fuerte (y esto lo dice el dirty dansin). Aunque el peor momento para él seguro que no fue poner a prueba su timidez sobre el escensario, sino tener que soportar cómo un fan embriagado le comentaba con gran entusiasmo que el concierto había sido cojonudo y que lo habían clavado, y que ya los había visto nosécuántas veces en Barcelona. Y encima el fan le sacó dos besos a Belly, la teclista, y de paso taladró también a los otros dos componentes del grupo, el batería y el guitarra. Un chalado, pero un chalado simpático.

El fan embriagado era yo. Gracias.

Yo creo que con dos Ballantines más y me hubiera presentado también a Pau y Jorge (La Habitación Roja), que vinieron a pinchar, y a los Sunflowers y a Kiko Veneno, que también hicieron acto de presencia. Pero no, me quedé bailando con las niñas, hasta que la asfixia nos lo permitió, para acabar reponiendo fuerzas en el Bar Coyunda, donde hacen unos bocatas que lo flipas.

Y colorín colorado, la semana que viene...

No hay comentarios: