domingo, abril 03, 2005

Enrique, dale al Play

En los altavoces: Yeah Yeah Yeahs - Black Tongue


"¡Qué grandes que son, qué grandes! (Que grans que son, que grans. What a great they are, what a great)". Esa fue la frase más repetida en la noche de ayer. Y es que llegamos a una conclusión absoluta: Astrud son grandes! De hecho (y siempre según Joan, que luego uno le puede creer o no. Yo le creo) han sido los únicos que han conseguido un ovación del Royale Casino.

¡Qué grandes que son! Y que divino de la muerte que estaba Genís, con su carita dorada y sus zapatitos de tacón. Y qué dominio de la lengua (idiomáticamente hablando, ¡mentes sucias!), qué manejo del habla germana. Se me ponían los pelos de punta cada vez que hacía las presentaciones en alemán o traducía los nombres de las canciones a la lengua de los bárbaros. ¡Qué pronunciación! Ayy, no estoy acostumbrado a unos niveles de excitación tan elevados. Un café bien cargado, sisplau.

Y Manolo... ¡Manolo soberrrrbio! ¡Qué control de los tiempos y las pausas! ¡Qué manera de cantar! Y se las sabía todas de memoria... ¡Qué prodigio de la naturaleza! Anbelivabol.

Los momentos álgidos del concierto: "Todo nos parece una mierda" (con un estribillo demoledor que se repite dieciocho veces, lo juro); "Hay un hombre en España que lo hace todo" (Es el que escribe todos esos libros... Es el que escribe las canciones de la radio... Es el que programa el Teatro Real... Es el que pone anchoas dentro de las aceitunas...), que por cierto, es la canción favorita de mi progenitora; la parte cantada por Genís en "Nuestros poetas" con el micrófono distorsionador; y mi canción favorita del primer disco, "Somos lo peor". Y cada vez que la loca de Genís decía: "Enrique, dale al play".

Bonito detalle también por parte de Genís el comerse el micro para despedirse de nosotros. ¡Si es que es grande! ya lo decía yo.

Menos gracia me hicieron con un comentario acerca de Wojtyla. Que no está bien reirse de los muertos, hombre, y menos del Santo Padre. Por muy ateo que uno sea. Que esa es otra, nos pasamos media noche Joan, su hermana y yo debatiendo sobre si la hermana de Joan es agnóstica o atea. Ella dice que agnóstica. Pero no.

Lo dicho, el mejor grupo de tontipop español. Aunque alguno se pensara que, en vez de ir a un concierto, iba a una pasarela de gafas de pasta. No había visto tantas gafas de pasta juntas en mi vida. Ni tantos insoportables ni tantos cucarachas (nuevo apelativo adjetival en referencia a los frikis de estos tiempos).

Y hasta aquí la cutre-crónica de ayer, aunque me haya dejado decir que después del concierto nos empeñamos en mantener los niveles de alcohol en sangre en el Carajo y el Level (para disgusto de nuestro monedero).

Ale, me piro a tomar agua con azucar, que tengo agujetas hasta en el trasero (en el culo, para los menos cursis), que para una vez que juego a padel, luego me tengo que pasar tres días sin poder moverme... Y encima no es que sea malo jugando, es que soy peor. Con decir que sólo le gano a Joan... (que aunque él diga que se dejaba, miente).

Por cierto, que mañana empiezo a ir al gimnasio. Por fin me decido después de haber pagado en octubre un abono anual. Más vale tarde que nunca, ¿no? Si es que daba una pereza ir solo... Pues eso, que voy a hacer de mi cuerpo la catedral del músculo. Ni suarsenaguer.

Y de regalo, un colash del concierto (aunque a mi me gusta más el de Marta).


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