martes, octubre 19, 2004

Ser heterosexual también mola - Crónica de un viaje a Barcelona (actualizado)

En los altavoces: Iggy Pop - The Passenger (otra y otra vez, no puedo sacármela de la cabeza...)


Como decía Perícleto, célebre filósofo de la Grécia clásica famoso por sus recetas de guisantes rellenos, todo lo que empieza tiene que terminar. Y como él bien aventuró, mi estancia en "Barcelona ciudad condal" llegó a su fin el domingo, exactamente a la 1am. Ohhhhhhhhh. Eso sí, han sido cuatro días geniales, tanto que me va a ser tremendamente difícil intentar resumirlos en un par de líneas:

Llegué al aeropuerto el jueves por la tarde, donde me estaba esperando Irene, porque no sé por qué razón pero no se fiaba de mis innatas capacidades para desenvolverme con soltura en un terreno hostil como es una ciudad semidesconocida para mi persona (en resumidas cuentas, que pasaba pena de que me perdiera por el camino y no supiera llegar al piso... no sé qué le hacía pensar tal cosa). Compramos un T10, subimos al tren, cogimos el metro, nos paramos en Poble Sec y arribamos al piso, donde María y Mc nos dieron la primera sorpresa: nos habían preparado el Nidito de Amol con mucho cariño y dedicación. Tras instalarme y repartir el avituallamiento que traía de Palma, nos fuimos de paseo por Barcelona y al FNAC (que por lo visto se puede pronunciar también fenac, a parte de efnac, es lo que tiene el lingüismo) y, después de arruinarme, volvimos al piso para cenar con todos los demás (las dos Marías, Mc y Chus) y poner verdes a los 'concursantes' de GH.

Para el día siguiente teníamos planeado levantarnos temprano para ir de compras, mayormente porque le había prometido a mi hermana pequeña comprarle su regalo de cumpleaños en Barcelona, pero por circunstancias ajenas a mi voluntad (o incluso no), tuvimos que retrasarlo a un horario más acorde a nuestras primitivas necesidades y quehaceres. Así que cuando estuvimos en disposición de ello (después de comer y hacer la sobremesa, ¿o de qué necesidades os pensábais vosotros que estaba hablando? malpensados) bajamos al centro con la tarjeta de crédito entre los dientes y dispuestos a quemarla. Yo casi lo consigo, compré el regalo de mi hermana (una camiseta y una chapa que le han gustado mucho, por cierto), ropajes para mi (me queda todo ideal, osea - aunque me quedé con las ganas de comprarme algo más de 'El Camello') y la lotería de navidad que me habían encargado (y de paso compré otro décimo a título pseudopropio). Después del despilfarro volvimos al piso, que habíamos quedado todos (o mejor dicho, todas, que he estado rodeado de féminas estos cuatro días :P) con Paula y su amiga Xisca para ir a cenar y emborracharnos a la vieja usanza, como mandan los cánones. Y la que nos esperaba... yo no venía preparado de Palma para algo así, no me pusieron sobre aviso... No estaba preparado para enfrentarme a 'Las Guapas', el bar regentado por Antonia, personaje entrañable donde los haya, el máximo exponente del folklore español más auténtico. Y mientras ella cantaba al más puro estilo Lola Flores y se hacía un zapateao enmedio del bar, nosotros nos poníamos las botas, aunque nuestros manjares no nos confiriesen toda la confianza que se podría desear. Es más, una de las expresiones más utilizadas durante el banquete fue 'irse por la patilla' o en su defecto 'irse pata abajo', pero no preocuparse eh, que estaba todo buenísimo y me consta que ninguno de los comensales ha tenido problemas digestivos. La pena fue que tuvimos que irnos del bar cuando el 'jokimai' se estaba poniendo interesante, o más bien peligroso.... Eso sí, no sin antes retratarnos con Antonia en una fotografía que pasará a los anales de la historia contemporánea. Que por cierto, muy simpática ella, resulta que soy "ajaponeao, como mi nieto" (Antonia dixit). Y después de cenar y pillar el puntillo con las sangrías, ¿qué toca?. Muy bien, aumentar el puntillo a base de cubalibres. Así que decidimos buscar un lugar de nuestro agrado para llevar a cabo un cometido tan solemne como el que se nos planteaba. Y de camino nos dedicamos a hacer amigos, cosa que se nos da bastante bien: nos hicimos super colegas de dos yankis majísimas de la muerte de Utah (provincia de Masseschufes) y de un Australiano que vivía en Inglaterra, hablaba italiano, se llamaba Andreas y, por alguna extraña razón, iba a pasar la noche con nosotros en Barcelona. La primera parada la hicimos en el pub 'La Concha', fuente de la mayoría de las anécdotas, confesiones íntimas y actuaciones eróticofestivas de lo más surrealista. Allí seguimos con nuestra tradición amigable y añadimos un nuevo miembro al grupo: Joshuaaaaaa, un muchacho vasco muy majete también. Nuestro siguiente destino sería 'Les Infants', aunque de ahí poco puedo comentar, sólo que pagamos ocho euros por la entrada, las americanas abandonaron por problemas etílicos, afiancé mis lazos de amistad con el vasco, me echaron de los aseos de las chicas y me fui con Irene de vuelta al piso en cuanto nos acabamos el cubalibre.

Por supuesto el día siguiente se presuponía infernal de la resaca que acabaríamos teniendo, y de hecho así fue, aunque más severamente en mi persona, que uno ya no tiene edad para estas cosas y empieza a flaquear del hígado (tendré que volver a entrenarlo más periódicamente para estar a la altura en próximas ocasiones...). Para intentar reponernos de las post-juerga seguimos con la tradición catalana de recobrar fuerzas a base de McMenús y cocacolas de litro, que en un estado tan paupérrimo la glucosa se agradece. Y por la noche, al cine, a ver Hellboy.

El domingo nos levantamos a las mil (o incluso más tarde) y dedicamos la tarde y la noche a pasear por Las Ramblas y el Maremagnum, donde Irene cenó por primera vez un Kebab y yo comí el primer gofre con chocolate de mi vida. Lo que vino después no fue precisamente el momento más alegre de mi visita, así que prefiero saltármelo, pero os lo podéis imaginar: recoger, hacer maletas, caras de pena, despedidas,... Pero bueno, de los cuatro días que he pasado en Barcelona me quedo con todo lo bueno (que ha sido todo, de hecho no ha habido nada malo, quitando las despedidas, que siempre son tristes), y no desecharía un solo minuto. Han sido cuatro días geniales y muy especiales y espero poder volver a repetirlos en breve...

Os echaré de menos. Te echaré mucho de menos.




* Para cotillear también el resto de las fotos, pasaos por aquí

No hay comentarios: