domingo, abril 18, 2004

Saturday Night Borrachera

Anoche tocaba borrachera fácil, así que nos arrejuntamos los de siempre, a la hora de siempre, en el lugar de siempre y para hacer lo de siempre. Cuando Petit y yo llegamos a la parada de bús (nuestro templo borrachil), ya estaban esperando Sofía, Jorge, Dani, Garrot y Diego Rottwailer. Nos contamos unos chistecillos y un par de anécdotas de Londón City, y al rato llegó Nando. De la nada apareció Paula pidiendo auxilio super ofuscada, porque llevaban ella y Carmen tres cuartos de hora (o lo que viene a ser lo mismo, 45 minutos, para los que son de letras) dando vueltas por el marítimo buscando aparcamiento, así que me ofrecí raudo y veloz a hacer un intercambio de copiloto, Paula por mi (copa en mano), y compañé a la Wein a buscar párking, a ver si yo le daba más suerte que la peke. Terrible, después de recorrernos todo el paseo marítimo 7 veces, mínimo, sin ningún resultado positivo, nos vimos en la obligación de ir al puerto, que era el único lugar en el que aún manteníamos una pequeña esperanza de encontrar aparcamiento libre; y lo encontramos, de milagro, pero lo encontramos. Y como el camino de vuelta era más largo que el Camino de Santiago, nos improvisamos nuestro propio botellón ambulante de Moskoskaya (o como quiera que se escriba) con naranja. Y llegamos al templo super doblados, que beber haciendo footing sube que no veas! Fue un botellón muy ameno: Petit nos hizo un pase de modelos (que para algo iba de estreno de C&A); debatimos sobre lo muy cabrón que puede llegar a ser un rector de deportes de una universidad cualquiera (la de las Islas Baleares, por ejemplo) con una de las chicas del equipo de básquet; Diego Rottwailer me contó que tiene 2 hermanos de estrangis (que por lo visto su padre, de joven, era un pichabraba) y que se ha empeñado en conocer; la Sofi, que estaba muy pervertida (es lo que tiene cuando coincide la primavera con la luna llena), nos hizo mil fotos o más; y Paula perdió una apuesta, que se ve que tenía ganas de invitarme a una cena ("amooor, la noche ha sido larga y lleeeeena de emcióoooon...jefeeeee, no se quejeeeee, y sirva una cerveza máaaaas"). Cuando Daniki y yo terminamos esa botella tan bonita de Ballantines de un litro, que Nando, el disidente, se pasó al ron añejo, decidimos que había llegado la hora de hacer una visita al Nudos, para repostar alcohol, no sin que antes Garrote, que tiene una moralidad cívica muy desarrollada, nos obligara a recoger todos los restos del botellón.

De camino al Nudos nos entró la vena violadora, y estuvimos a punto de consumar el acto sexual forzado con la secretaria del despacho donde trabaja la Sofi (en el camino de los meados, todo muy romántico), con el hermano de Carmen (el "Ni"), y con el hijo del jefe de la Sofi, Adrián (pobre muchacho, me parece que no hay nadie en este mundo que se haya visto sometido a tanto acoso sexual y fotográfico por un grupo de almas obscenas y desalmadas como las nuestras). También nos cruzamos con un chico con una dulcísima voz de jovencita colegiala que nos hizo una exhibición de gimnasia. Y en el nudos, el significado de la palabra lujuria se queda corto para explicar lo que allí adentro aconteció. Grandísimo. No me había reído tanto desde hacía mucho! cubatas por aquí, bailoteos por allá, cuartos oscuros por el otro lado... El Petit, perjudicadísimo y super emparanoyado, que se creía que le habían robado el cinturón, y el tontolaba lo llevaba puesto! Nando se metío una hostia propia de jackass al tropezar con la tarima y casi se rompe la pierna derecha (ahí ya me entró el ataque de risa, que el pequeñín, super avergonzado, me pedía que dijera que lo había empujado yo, para que los niveles de ridículo fueran menores). Y luego llegó el momento erótico-sensual de la noche (del año, me atrevería a aventurar yo, qué coño! del siglo!). Ese pedazo de baile con Paula y con Guaraná sonando en los altavoces (toda la noche beeeeeesando, toda la noche en la casa de Inés). Porque eras tú Peke, que si no... :P Cuando cerraron el Nudos, Nando, Diego y yo, bajamos al Mini casi por inhercia, y cuando salimos, a eso de las 6, la mitad de la gente había desertado o se había perdido. Así que acompañé a Carmen y a Paula a hacer el Llucapeu hasta el puerto a recoger su coche, y luego volví a por Petit, y ya para casa. Y no sé yo por qué será, pero en estos momentos de chucismo tengo la extraña tendencia de escribir mensajes en código al movil de la Torti, aunque creo que esta vez le va a resultar muy fácil de descifrar, yo ya lo he hecho... Arrebatos que le dan a uno provocados por los altos niveles de alcohol concentrados en la sangre...

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